Imagina que un día, al levantarte, todo está parado y no ves a nadie a tu alrededor. Intentas encender la luz, pero no funciona. Te encoges de hombros y sales a la calle. Allí está todo en orden, los coches bien aparcados, los escaparates bien ordenados, pero... no hay gente. los supermercados están abiertos, los bares, las tiendas de moda, pero nadie despacha, nadie te vigila. Te frotas las manos de contento y piensas que, por fin, puedes conseguir todo sin dinero. Por un momento echas de menos a tus amigos, pero sólo por un momento, porque piensas que ahora, con todas las cosas a tu servicio, puedes disfrutar de lo lindo. Entras en una discoteca y no hay nadie, no merece la pena estar allí solo. Empiezas a aburrirte y decides volver a casa a ver la televisión. Te acomodas en el sofá, pulsas el botón de la televisión, pero la pantalla permanece en negro. Desesperado, te levantas, abres la ventana y gritas en espera de respuesta, pero nadie te contesta.
Publicado por
Nay








2 comentarios:
SIN LOS DEMÁS NO SOMOS NADIE. NI SIQUIERA SOMOS NOSOTROS.
Ese texto me dejo mucho que pensar... Coincido contigo Raquel, sin los demás no somas nadie, porque siempre dependemos de alguien, por mucho que nos creamos que solos estamos mucho mejor, y permitimos darnos el gusto de sentirnos peor... Y si me refiero a dependencia hablo de la vida, porque dependemos de ella, y de ella depende que nos sintamos mucho mejor. Sobre todo un sistema complejo de la palabra ''libertad''
P.D (A veces escuchar las palabras de Chema no viene nada mal XD)
Gracias por tu visita y comentario ;)
Un abrazo!
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